Por el capricho de Martín Sabbatella, Fuerza Patria se queda sin lista en Morón. Massa y el Frente Renovador respaldan a Ghi. El peronismo vuelve a tropezar con la misma piedra, y la piedra se llama Sabbatella.
Otra vez, Martín Sabbatella. Como en 2009, pero peor. En medio de una elección crucial, con la amenaza concreta de Javier Milei avanzando sobre el conurbano, el exintendente de Morón eligió dinamitar la unidad del peronismo en nombre de su eterno culto al yo.
Según trascendidos de fuentes reservadas del armado bonaerense, Sabbatella exigió una lista a medida, con 200 contratos para volver a meter su gente (ñoquis) en el Estado, cinco concejales, tres consejeros escolares, la continuidad de su hija en la gestión municipal (aunque nadie la haya visto trabajar), y ser el candidato a intendente o a vicegobernador en 2027. También solicitaba un lugar para su pareja en la primera sección electoral. “Y si no entra ahí, que sea ministra”, habría dicho. Así, sin ponerse colorado.
Ante semejante planteo, el intendente Lucas Ghi —que supo ser su delfín, hasta que se hartó— cerró un acuerdo electoral con el Movimiento Derecho al Futuro y el Frente Renovador de Morón, en línea directa con Sergio Massa. El mensaje es claro: la prioridad es ganarle a Milei, no sostener los caprichos de una familia política que se cree dueña del distrito.
“Es Morón o Milei”, afirman desde el oficialismo local. Y en esa disyuntiva, Sabbatella eligió lo de siempre: ir solo, aunque eso signifique perder y hacer perder a todos. Como en 2009, cuando enfrentó a Néstor Kirchner y terminó dándole la victoria a De Narváez. Algunos no aprenden. Otros ni siquiera lo intentan.
Lucas Ghi le ofreció a Nuevo Encuentro una sola candidatura. La respuesta fue un portazo. “Todo o nada”, plantearon desde el sabatellismo. Obtuvieron lo segundo.
“Martín no busca representación, busca impunidad emocional”, ironiza un operador del Frente Renovador. “Cada dos años se baja de la palmera, pide cargos para la familia y amenaza con romper. Esta vez rompió, y no le quedó nada”.
El Frente Renovador cerró filas con Ghi. La Cámpora, en silencio, observa el daño. Y Cristina, cuentan cerca suyo, no sale de su asombro. La unidad que costó años de reconstrucción en Morón vuelve a estallar por la ambición de un dirigente que hace rato dejó de representar otra cosa que no sea su pequeña comarca personal.
La historia se repite, pero esta vez con menos épica y más patetismo. Milei, mientras tanto, sonríe.